Las tomaba todas las noches porque así me lo había dicho el médico. Yo pensaba por el nombre que era pastillas para dormir por lo que una noche consideré que podría dormir por mi misma sin la ayuda de medicación y decidí no tomármela.
Entonces me di cuenta. No eran pastillas para dormir. Eran pastillas para no soñar. O por lo menos pastillas que hacían que durmiera tan profundamente que si soñaba al día siguiente no era capaz de recordar nada. Aquella noche fue horrible. Despertarme empapada en sudor con Jose haciéndose dueño de mis sueños. Pero por aquel entonces las pesadillas eran diferentes. En aquellas era a él al que hacían daño, eran pesadillas sobre lo que podría pasar si se enteraban que seguíamos estando en contacto. Al día siguiente volví a tomarme la pastillita y otra vez todo en orden. Dulces sueños Jenn.
Ahora los sueños feos han vuelto. Y ojalá fueran sobre gente haciéndole daño porque entonces no los llamaría sueños feos y no alterarían mi humor cuando me despierto. No me afectarían lo más mínimo. Ahora es él el que hace daño. Y yo la tonta que está ahí para permitírselo.
Cómo se controlan los sueños? No quiero volver a medicarme. No quiero tener que depender de una pastilla para evitar los sueños feos porque no me pasa todas las noches y hay noches con sueños preciosos que no me quiero perder por culpa de él. No quiero perderme más cosas por él.
La clave está, diréis, en hacer que no me afecte por el día lo que sueño por la noche no? A vosotros os quiero yo aquí, con esa sensación en el cuerpo al despertar. No puedo controlarlo.
Sabina pedía en la farmacia pastillas para no soñar. Yo me conformo con unas para no soñar feo.
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