lunes, 15 de julio de 2019

Crónica de un maltrato anunciado

Siempre he pensado que mi historia era “especial” por dos motivos: el primero, nunca me consideré una persona maltratada al uso; nunca me rompió nada ni acabé en el hospital y creo que nunca sangré. El segundo, siempre pensé que Jose no era un maltratador de manual, que tenía sus particularidades y que con mi historia no podría ayudar a nadie porque mi historia era diferente de las demás. Hasta ayer. Ayer descubrí que mi historia la escribieron en un 90% unos guionistas en 1999. 
Y creo que verlo en la tele ha sido una de las cosas más duras por la que he pasado en los últimos años. 
Netflix ha colgado Cinco en familia. Y ya he llegado a la temporada cinco. La temporada en la que Julia conoce en la universidad a un chico encantador que un día, durante una discusión le da una hostia. Y ella se va. Porque es una chica fuerte que sabe que lo que él ha hecho es horrible y ella no va a dejar que nadie la pegue. Y entonces él va a hablar con ella y le dice que lo que pasó no es lo que ella cree que pasó. Que no la pegó, que nunca la pegaría. Que discutieron, gritaron y en un forcejeo ella cayó contra el armario. Y entonces una tercera persona le dice a Julia (sin estar hablando de su relación ni conocer nada de lo que ocurre) que no hay que rendirse fácilmente y hay que luchar. Y entonces ella perdona y se convence de que quizá no haya pasado lo que ella sabe que ha pasado. Y una cosa lleva a la otra. Y acaba mintiendo a quien sospecha sobre lo que está ocurriendo y acaba defendiéndolo ante ella misma y se acaba diciendo que la culpa también la tiene ella porque hace cosas para enfadarle. Y accede a todas sus maravillosas ideas sobre no dejar que nadie externo interfiera en su relación, sobre ir sacando poco a poco a la gente de sus vidas. Y vas viendo como le sientan a ella los buenos momentos (que los hay, siempre los hay) y como va cambiando su forma de ser por completo. Como realmente se piensa que él la cuida y la protege como nadie lo ha hecho nunca. Y buscan ayuda porque ambos son conscientes de que algo no está bien. Y el psicólogo habla con ella a solas pensando que él le da miedo y por eso en las sesiones se echa la culpa de lo que pasa. Pero no, ella no lo deja no por miedo, sino porque piensa que es normal que él se enfade y pierda los papeles porque ella hace las cosas mal y provoca esas situaciones. 
Y entonces la bomba explota. La familia se entera y van a buscarla. Y os juro que no he podido seguir viendo el capítulo. Porque le he oído gritarles a sus hermanos, echarles de su casa, defenderlo, gritar que ya han buscado ayuda, que no se metan, que él la quiere y ella a él y que nadie nunca la ha protegido y cuidado tanto como él. Y he visto sus caras, el miedo, la impotencia, el no saber qué hacer. Y no lo he soportado más. 
He aguantado capítulo tras capítulo, flipando con las similitudes, sintiendo que alguien en 1999 había escrito sobre la que me pasaría en el 2010 pero ver a la familia ir a su casa a por ella, como la mía fue a mi casa aquel septiembre, ha sido demasiado. 
Quiero terminar de verlo, sé que acabará bien, que hasta en eso habrá similitudes entre nosotras pero ahora necesito respirar mucho durante unos días. 
Ahora mismo no puedo. 

1 comentario:

  1. Sei complicata ma piena di vita. Parlami, io ti ascolterò.

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