jueves, 29 de agosto de 2013

El precio a pagar por joder lo más perfecto que has tenido

Ayer le dediqué mi entrada del blog al chico con la cara de haber roto todos los platos... La persona que creo que estaba puesta en esta mundo para mí, pero que conocí en el peor momento de todos. En realidad si lo pienso, no creo que nos hubiéramos conocido de otra forma, aunque sí que yo podría haber decidido que las cosas fueran muy diferentes. Tenía que haber seguido mi instinto, tenía que haberme fiado de aquella primera cita, y no dejar que nadie me comiera la cabeza con mierdas sin sentido. En aquel momento todavía no había nada que no tuviera marcha atrás. Pero me fié de la persona equivocada. Y me creí las historias equivocadas.

Hoy sé que aquel mundo me venía muy grande. Mi mundo eran mis princesas, amigas de verdad que nunca me han vendido y que han demostrado estar ahí en las buenas y en las malas, y otra vez en las malas. Y a las que no les ha importado amenazarme con darme dos hostias sino espabilaba y dejaba de hacer cosas autodestructivas que hacían que no pudiera dejar de llorar y sin saber a donde me estaba llevando todo aquello. Aquel mundo no era como mi mundo... allí había mucha gente llamándose "hermano"que se venderían por un gramo o una mamada. Y en un mundo tan grande, donde todo el mundo tenía para opinar de todo el mundo, me perdí. Y quise ser adulta y jugar a su juego. Y jugar a su "tengo 25 años y no he vivido una puta mierda" y pensar que no estaba haciendo nada malo. Que podía follar con quien quisiera sin que significara nada aunque después no pudiera parar de llorar sin saber qué estaba haciendo con mi vida. Y es que no. Lo de follar con gilipollas nunca ha sido lo mío. 

Pero entonces llegó el puente de diciembre y algo dentro de mí me decía que me había equivocado y que había escuchado a quien no debía. Y tuve mi segunda oportunidad... 

Si hubiera sabido que aquello iba a ser tan perfecto, ¿lo habría vivido igual? ¿hubiera aceptado aquella segunda cita a pesar de que ya se habían cometido todos los errores? Pues sí, porque cuando el martes él se fue, algo dentro de mi me decía que a lo mejor podía hacer que me entendiera, que entendiera que aquello había sido el error más grande de mi vida y que había tenido la suerte que de aquel error gigante saliera algo bueno.

El resto es historia negra, pero ¿queréis saber lo más gracioso? Cuando yo conocí a Jose, a él ya le habían hablado de mí (bastante mal claro) pero aún así él dijo que no quería juzgar a alguien por las opiniones de los demás y quedamos. Y yo decidí que si íbamos a ser amigos debía saber toda la verdad por mí y aquel primer día que quedamos me pase las 3 primeras horas contándole TODA la historia; desde el principio, desde septiembre hasta diciembre, hasta marzo que fue cuando nos conocimos. Y ¿sabéis cual fue la respuesta de Jose? Que yo no había hecho nada malo, salvo negar y mentir sobre aquella noche de diversión. Me dijo que ellos habían jugado conmigo, que el chico perfecto, su amigo, no era perfecto y que se habían divertido de lo lindo conmigo. Y yo le creí porque a esas alturas no podía hacer nada más que creer... ya había perdido mucho y Jose no estaba metido en aquel mundo, no de aquella manera así que pensé que era mi tabla de salvación. Es curioso como a pesar de decirme que yo no había tenido culpa de nada, de decirme que yo no había hecho nada malo, aquella historia sería el motivo para la mayoría de los golpes, de los insultos, de las amenazas, de las quemaduras, de los cuchillos o de subirse a una puta barandilla desde mi onceavo piso sólo para verme sufrir, llorar y pedir que bajara.

Pero ¿sabéis porque me dijo que yo no había hecho nada malo? ¿Qué yo era mejor que todos ellos? Porque yo era su excusa para alejarse de aquel mundo, de lo poco que estaba unido a él. Porque yo era su excusa para odiar toda esa mierda. Pero odiarlo significaba dejar que lo envenenara por dentro y si ellos ya no existían en su vida, si había conseguido librarse, ¿con quien iba a pagar su mala hostia, su ira?

Hubo momentos en los que pensé que toda la culpa era mía. Que Jose tenía todo ese odio y toda esa mierda en la cabeza por mi culpa y que por eso me lo hacía pagar. Pero él decidió estar conmigo, él decidió escogerme a mi sabiendo toda la historia. Ademas yo no fui su primera vez. Hubo muchas otras antes que yo. Había estado en el psicólogo intentando curarse. Y por muy mal que yo me portara, por muy zorra que fuera, ni la más puta merece vivir lo que yo viví. Porque nadie es Dios para castigar a nadie. Él no tenía derecho a "hacerme pagar por mis pecados". Pero ahora tengo el castigo marcado a fuego en la memoria. Y un tatuaje para no olvidar ni uno solo de los golpes. Y que alguien se atreva a  volver a levantarme la mano, que esta vez una noche en el calabozo me parecerá poco castigo.

El chico con la cara de haber roto todos los platos

Siempre me han gustado las historias de amor rápido. Conocer a alguien y sentir que es la persona, y querer vivirlo todo rápido. Sólo me ha pasado una vez, lo de sentir que había conocido a la persona. Fue algo inesperado, una cita así de tontería, deprisa y corriendo y a la que me daba miedo hasta acudir porque él tenía cara de malo y ni siquiera nos conocíamos en persona. Era una historia condenada desde el principio por circunstancias externas pero en ese momento solo iba a cenar con un chico, nada más. Y no hubo nada más... bueno sí mucho más, darme cuenta que de malo y chulo sólo tenía la cara, como él decía "la cara de haber roto todos los platos". Fue una noche increíble. Cenamos y hablamos. Hablamos mucho y me dejó sana y salva en casa con dos besos en la mejilla y un sms cuando llegó a casa para decirme que se lo había pasado genial. Pero algo que podía haber sido perfecto y muy fácil, se convirtió en algo muy difícil, porque esa mierda que pasa en las telenovelas de los malos metiendo mierda, no pasa sólo en las telenovelas. Bueno malos metiendo mierda y yo comportándome como una zorra haciendo caso a quien lo único que quería era no dejar de picar de todos los sitios que pudiera. 

Pero aún así, antes de que todo explotara, llegó el momento en que supe que la había cagado. El momento en el que me di cuenta de que había conocido a la persona con quien quería estar, que se amoldaba a mí perfectamente y que no sabía si iba a poder arreglarlo.

Fue un puente de diciembre. Y todo empezó un sábado por la noche con unos mensajes en los que yo ya no sabía a quien creer y una segunda oportunidad con otra invitación a cenar. Otra cena perfecta porque allí estaba ese chico con cara de malo, con canciones de malísimo y siendo todo un chico perfecto. Esa vez no se quedó en una despedida en el portal. La noche siguió siendo perfecta y no acabó el domingo por la mañana... El domingo por la mañana se convirtió en el domingo por la tarde y antes de darnos cuenta, se convirtió en cancelar planes y pasar el domingo juntos... y el lunes y el martes. 3 días encerrados en mi casa, conociéndonos y maldiciendo tener que despedirnos el martes porque al día siguiente currábamos. 

Y recuerdo meterme en la ducha nada más irse y pensar que cómo iba a contárselo... Aquello era PERFECTO pero no podía no contárselo aún a riesgo de que se acabara... 

Y se acabó porque en las telenovelas si que se acaban arreglando los protas a pesar de toda la mierda de fuera pero aquí había sido yo la que había metido entre nosotros la mierda y daba igual que hubiera sido un error y que aquello no me definiera como persona, 3 días no fueron suficientes para que no significara todo.

Y fingí que no me importaba, que podía superarlo, que sólo habían sido 3 días. 

Y entonces llegó Jose, que mira tú por donde era uno de sus amigos. Y nos gustamos. Y a la semana de empezar juntos Jose le llamó y le dijo que estaba conmigo y que me elegía a mí, que no podía seguir siendo su amigo. Y aquel chico perfecto dijo algo así como"no te preocupes hermano que esa es una zorra que te va a joder la vida y cuando eso pase yo seguiré aquí" Y fíjate tú si me importaba lo que el "chico perfecto" pensara que soy completamente consciente de que si aquel primer mes que empecé con Jose, no lo dejé, a pesar de que ya había empezado a pegarme y a amenazarme de muerte y miles de burradas más... si no lo dejé fue sólo porque si lo hacía, entonces yo era la zorra que él había dicho que dejaría a Jose. 

Ya estaba perdida, mi cabeza ya estaba mal y después ya no tendría fuerzas, y después Jose, sería lo más parecido al chico perfecto cuando su cabeza se lo permitía. Porque yo estaba jodida de la cabeza, pero si aguanté casi dos años, fue porque cuando Jose estaba bien, era casi perfecto. Y empecé a conformarme con sentir la casi perfección un par de horas al día.

martes, 27 de agosto de 2013

Cuando la verdad salió a la luz

Sábado, 7 a.m. Jose lleva despierto desde las 5 y viene a la cama para darme un beso, decirme que me quiere y que ha encontrado algo que hacer. Intento dormirme de nuevo, pero entro a trabajar a las 10 y la verdad que no puedo dormir más así que me levanto y me pongo a hacer cosas en casa. Voy a la terraza, que también se ha convertido en el estudio de Jose y veo que se ha dejado el ordenador encendido y el Messenger abierto. 

De repente es como si mi cuerpo lo supiera, como si supiera que ese es el motivo por el que no puedo seguir durmiendo. Abro la página principal del Messenger y veo que no es el suyo, no es el habitual. Y de nick tiene escrito el texto "paja?" Me empieza a dar todo vueltas y a no entender nada... Y ahí está, una de las conversaciones en naranja, parpadeando. Y al abrirla es cuando mi mundo se desmorona. Se ha pasado la madrugada hablando con un tío, poniéndole la cam, y ha salido corriendo a reunirse con el y con otro. Y antes de irse ha venido a darme un beso y a decirme que me ama. Creo que voy a vomitar. Esto no puede estar pasando. 

Me visto. Le mando un mensaje diciéndole que le aprovechen las pollas y que le quiero fuera de mi casa. Llamo a Dani, un amigo del curro que había dejado de serlo porque Jose no veía bien que fuera amiga de un tío al que yo le molaba, y salgo de casa. Dani se reúne conmigo en un bar cerca de su casa y me escucha. Escucha como le cuento todo. Los golpes, los gritos. Los ocho meses que llevo metida en todo esto. El se encarga de llamar al trabajo por mí y de hablar con mi compañera. Le dice que estoy con él, que estoy bien. Pero Mari Carmen lleva demasiado tiempo sospechando que algo no está bien y el hecho de que yo esté con Dani se lo confirma. Creo que es sobre las 12 cuando Jose termina de follar y lee mis mensajes. Cuando empieza a llamar y a escribir. A desesperarse. Pero mis mensajes le dejan claro que no voy a volver hasta que se vaya. Y de repente me llama su madre. La ha avisado. Le ha contado todo, aunque ella ya lo sabía. Quiere verme. Creo que esta preocupada por como estoy yo. Por el shock. Así que quedo con ella dejándole claro que no quiero ver a su hijo. Nos vemos en un centro comercial y después de contarle todo, me promete que va a sacar a su hijo de mi casa. 

Y entonces me llama mi prima. Su novio trabaja por la tarde y le apetece pasar la tarde conmigo. Quiere saber dónde estoy. Se lo digo y quedamos en vernos más tarde. Vuelvo a mi casa con su madre. No quiero verle pero él está allí. No quiero que me toque. Sólo le quiero fuera de mi casa. Nos sentamos en el sofá. Nos dice que se ha metido coca, la primera vez en su vida. Que sabe que necesita ayuda. Que lo siente. Que por favor le perdone pero que si no es conmigo, no quiere ponerse bien. No puedo ni mirarlo. 

Mi prima vuelve a llamar. Que dónde estoy. Su novio está malo y va a llevarlo a casa. Luego nos vemos me dice. Jose intenta acercarse. No quiero. Su madre le dice que tiene que irse. Que tiene que respetar. Que necesito mi tiempo. Intenta hacer que él entienda. 

Llaman a la puerta. Miro por la mirilla. Dos de mis tíos y el novio de mi prima están afuera. Abro y en el momento en que veo la cara de mi tío lo entiendo todo. Es amigo de mi jefe. Le ha debido de llamar. En la oficina saben que pasa algo. Intento cerrar la puerta. No me dejan. Entran por la fuerza mientras les pido que se vayan de mi casa. Antes de darme cuenta estoy en volandas en brazos de alguien gritando mientras me sacan de casa y entran a por Jose. 

Mi compañera de trabajo ha llamado a mi tío. Quería el teléfono de mis padres, que viven en Galicia, para hablar con ellos. Mi tío le dice que mis padres están lejos y que si está pasando algo con su sobrina debería decírselo. Ella le cuenta sus sospechas y en un minuto están en un coche cuatro personas volando por la A3 en dirección a Madrid. De ahí las llamadas de mi prima. Para saber donde estoy. No me encuentran en el centro comercial. Van a casa. Mi padre le pide a su hermano que no se arruine la vida. Que simplemente saque a Jose de su casa y me lleven con ellos. 

En este punto, tengo que dejar claro que yo iba a dejar a Jose ese día. Se acababa. Pero no porque me hubiera estado maltratando física y psicológicamente cada día durante casi 8 meses. No. Le dejaba porque me había engañado. Y con chicos. No me importaban los golpes. No me dolían los insultos. Ni los desprecios. Se había ido a follar con otros y eso era lo que me desgarraba el alma. 

Y verle en peligro, verle llorando sin entender qué pasaba, que hacia ahí esa gente, porque no le dejaban acercarse a mí, eso hizo que olvidara todo. Quería abrazarle. Luchaba por soltarme mientras pasaba a mi lado escoltado por su madre y con mis tíos de barrera. Yo pesaba unos 40kg y no se de donde sacaba toda esa fuerza para resistirme. 

De repente todo se había venido abajo. Me metieron en casa. Me quité la ropa. Vieron los golpes. Las puertas llenas de puñetazos. Me dijeron como se habían enterado. Les conté lo que había averiguado esa mañana y de repente todo parecía tan lejano. Mi hermana y mi cuñada vinieron desde Toledo. Mi prima me obligaba a mirarme al espejo. Yo no podía ni verme a mi misma ni mirar a nadie a la cara. Pero me sentía liberada. Y drogada al mismo tiempo. Era como una niña pequeña. No podía con mi cuerpo. Ya no tenía fuerzas. Me llevaron al pueblo. Me dieron mimos. Me llevaron al médico. De un lado para otro. Me llevaron a la comisaría. Preguntamos que le pasaría si denunciaba, y dije que no. Ellos no lo entendían pero no iba a denunciarle. No iba a dejar que pasara la noche en un calabozo. Mi prima llamó a su madre y le dijo que mantuviera a su hijo alejado de mí. Yo le dije que le hiciera cumplir su promesa. Que buscará ayuda y se curara. A los dos días, el se había creado una cuenta de Messenger como si fuera Dani y volvíamos a hablar. Tres semanas después volveríamos a vernos. 

Cuando decidí contar historias dije que no iba a explicar el por qué. Existe y está ahí pero sé que no serviría de nada porque nadie lo entendería. Y una parte muy grande de ese por qué es simplemente porque yo estaba enferma. Por supuesto que lo estaba. Mi cabeza no estaba bien. Pero hay más. Y esa es la parte que nadie entendería aunque lo explicara. Porque siempre he dicho que Jose era diferente. Que era una de las personas más fuertes emocionalmente que he conocido. Y él prometió que no volvería a pegarme. Y nunca volvió a pegarme. Aunque su mente siguió siendo un desastre, aunque los gritos y las peleas y las situaciones de celos y el maltrato psicológico siguió, no volvió a pegarme, y creímos que seríamos lo suficientemente fuertes como para hacer que todo fuera del todo normal. Nos equivocamos. Y tardamos más de un año en darnos cuenta. 

sábado, 24 de agosto de 2013

El lloraba y yo le consolaba...

Recuerdo el día que el psiquiatra de Jose le pidió que me llevara a una de sus sesiones. Era una de las condiciones que ambos nos habíamos puesto para volver a intentarlo, para luchar contra el mundo. Su psiquiatra creía que sería bueno que tuviéramos una sesión conjunta, porque necesitaba saber mi parte de la historia y ver cómo vivía y había vivido yo aquella situación. Además así él podía explicarme en qué estaba consistiendo su terapia y darme algunas claves para solucionar posibles situaciones difíciles.

El psiquiatra quería saber si había alguna situación o escena que yo recordara especialmente de las que habíamos vivido. Yo contesté que había tres situaciones que por alguna razón tenía más grabadas en mi memoria que el resto. Olvidar no había olvidado ninguna pero por alguna razón que no sabía cual era, esas tres estaban grabadas a fuego y si me preguntabas saltaban como un resorte. Cuando terminé de contarlas, fue el psiquiatra el que me dijo por qué no era capaz de olvidarlas. Todas tenían un denominador común y ese era la impasividad de Jose ante lo que estaba haciendo. 

En la mayoría de los casos y situaciones en las que las cosas se descontrolaban, cuando se ponían demasiado feas, Jose reaccionaba. Era como si se activara un click en su cerebro que hacía que se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Pero en esas tres... en esas tres hasta se vanaglorió de lo que estaba haciendo y actuó como si no fuera para tanto.

Así que le conté las tres situaciones, los tres golpes que yo tenía en mente. Pero lo que el psiquiatra quería eran los detalles... saber que es lo que había pasado. Fue muy duro. Nunca había contado aquello a nadie. Nadie sabía cómo había vivido yo aquellas situaciones y mucho menos Jose. Nosotros queríamos olvidar, que él se curara y olvidar y aquel hombre quería que yo recordase, que sacara de dentro lo que había sentido...

Y cómo le explicas a un desconocido que no puedes olvidar como tu novio no para de darte patadas mientras estás tirada en el suelo hecha un ovillo, cubriéndote la cabeza y sin poder hacer nada más que esperar... y que lo único que hace que pare es que suene el timbre de la puerta. Al abrir, había seis policías nacionales grandes como armarios parados en el umbral. Como salimos de aquel lío no importa mucho, pero si recuerdo que cuando se fueron, Jose me dijo que por mi culpa él acabaría en la cárcel y que qué bien debía sentirme de que me habían venido a rescatar seis tíos buenos impresionantes. La policía había estado en mi casa, tenía todo el cuerpo dolorido y a él le preocupaba que me hubiera gustado alguno de los policías.

O cómo le explicas que el único recuerdo que tienes de Barcelona, es estar en una terraza de un centro comercial y recibir una patada en la espinilla tan fuerte que el moratón tardaría 6 meses en desaparecer del todo, y que cuando miras a tu alrededor para ver si alguien se ha dado cuenta de algo, que el sonría con superioridad sabiendo que no, que no hay nadie que vaya a ir a decirle nada. 

O cómo le explicas que un día cualquiera en mitad de una de las muchas discusiones recibiste un puñetazo tan fuerte en la boca del estómago que pensabas que te morías al quedarte sin aire y no poder respirar, pero que su reacción al verte sin respiración es decirte que no hagas teatro que no te ha dado tan fuerte.

Pues es muy duro, y muy difícil de explicar pero es que es la realidad y ese hombre necesitaba que yo se lo contara. Y necesitaba que Jose lo escuchara, que supiera cómo había sido, que se enfrentara a mis recuerdos porque eran responsabilidad suya. 

Hoy pienso en ello y me veo a mi misma consolando a Jose cuando escuchó mis tres historias, llorando desconsolado pensando en que yo no podía olvidar eso de él, en que cuando le veía recordaba esas tres cosas. Pero yo no estaba mejor que él. Y creía que los que teníamos razón éramos nosotros. Y que el ¿amor? todo lo puede. Y que él podía cambiar. Y que yo podía aprender a controlarle, a ser fuerte y a no permitir esas situaciones. Y no estábamos del todo equivocados... 

jueves, 22 de agosto de 2013

Cuando lo perfecto empezó a dejar de compensar lo malo

Hoy le he dado las gracias a alguien. El otro día decidí salvarle de los leones y me di cuenta de que nunca le había dado las gracias por lo que hizo aquel día. Hemos hablado un rato y en un principio creía que no había motivo para dar las gracias, puesto que pensaba que lo que hizo es algo que hubiera hecho todo el mundo, no? El mismo se ha dado cuenta de que no. Ese día, en esa casa había dos personas más y nadie más que él hizo algo.

Todo empezó con una reunión de amigos, una reunión con SUS amigos. Supongo que para grabar algún programa de radio o algo así. Normalmente yo no me mezclaba mucho con sus amigos, porque Jose no entendía que estar con él significaba querer estar con él... Y en los ojos azules de su amigo el veía algo amenazante y sus inseguridades se apoderaban...

El caso es que después de grabar o de hacer lo que estuvieran haciendo se pusieron a hacer la cena y yo decidí poner la mesa. Cogí un paño y me puse a limpiar una mesa de comedor grande, una de las que para llegar al otro extremo del ancho te tienes que inclinar un poco si no quieres dar toda la vuelta. El otro de sus amigos estaba sentado detrás de mí y yo no me di cuenta de que al inclinarme, mi culo quedaba a su altura. Pero Jose lo veía todo. Siempre alerta, siempre pendiente. Y antes de que me diera cuenta estaba en la otra esquina de la habitación, contra una pared, intentando explicar que no estaba poniéndole el culo en la cara a nadie. Que SÓLO estaba limpiando una mesa. Necesitaba salir de allí... Ya había vivido una situación así muchas veces... Habíamos ido al psicólogo, estábamos intentando ponernos bien, había prometido no volver a hacerlo, y sin embargo no me escuchaba. No me dejaba salir, no cedía. Su mente se empeñaba en que lo que había visto era real y cualquier explicación carecía de sentido. "Hasta él se ha dado cuenta, se ha sentido tan intimidado que ha tenido que girar la cara" me gritaba. Tres personas con nosotros en aquella casa. Uno en la misma habitación, sentado en el ordenador y ni siquiera era capaz de decir "Jose no ha pasado nada".Y no fue porque los gritos no se oyeran, los otros dos estaban en la cocina y sí que lo oyeron. Y él vino... Le apartó contra la pared y le dijo que ya estaba bien, que me dejara irme que era lo que yo estaba pidiendo casi a gritos. Creo que Jose le dijo que no se metiera, pero eso no lo recuerdo porque yo ya estaba corriendo por el pasillo para abrir la puerta e irme. Me alcanzó en el portal. Estaba más tranquilo. Pero quería seguir hablando del tema. Así era la vida con él. Las cosas se hablan y se hablan hasta que entiendas que él tiene razón y pidas perdón por haberlo hecho. Pero mi mente estaba en otro sitio mientras él hablaba. Mi mente estaba recordando los golpes. Preguntándose si de verdad no iba a volver a aquello. Si seríamos lo suficientemente fuertes como para lograrlo. Si yo quería seguir intentándolo... Porque había hecho una promesa... Si volvía a tocarme se acababa. Y de repente me fallaron las fuerzas. De repente ya no me vi capaz de seguir luchando. De repente me vi dejándolo y empezando de nuevo... No lo hice, claro. Todavía vendrían más historias antes de empezar a ver con claridad todo. Pero fue la primera vez que pensé que podría vivir sin él... 

Que lo perfecto ya no estaba compensando lo malo. 

Así que sí, gracias ojitos azules. Claro que hiciste algo, hiciste mucho. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Historias

No es que tenga muchas en realidad, supongo que lo normal para una persona de 29 años ¿no? Pero el secreto está en la memoria... Ayer vi una película de hace un tiempo en la que decían que la memoria es traicionera. No es mi caso. Por suerte o por desgracia tengo muy buena memoria para las experiencias y guardo todas las experiencias por las que he pasado. Están en mi cabeza casi como una película, con conversaciones en la mayoría de los casos. Es un poco agobiante a veces, porque la cabeza nunca para. Da vueltas y vueltas y repasa momentos y busca detalles y los analiza... Digamos que es algo que en momentos desearía no tener pero la tengo, y las historias están ahí así que habrá que ir sacándolas.

Hay historias de todo tipo, como en la vida de todos. Y no voy a dejar de contar las historias de Jose. Son mi vida. Dos años de mi vida que quizá sean los que más me han marcado como persona y más fuertemente se han grabado en mi memoria. Por supuesto hay historias más alegres y divertidas pero mi intención es desahogarme de las que me pasan por la cabeza y ahí tienen cabida todas, no sólo las bonitas. Y no tengo intención de que las feas dejen de tener su lugar... no por nada, no es una forma de torturarme ni mucho menos, pero como he dicho en muchas ocasiones, no quiero olvidar. Ni de broma. Y si me pongo a olvidar y no soy capaz de reconocerlo la próxima vez? Y si mi castigo por olvidar es volver a vivir algo así? Es muy fácil hablar desde fuera o sin haberlo vivido. Por supuesto habrá gente que haya pasado por eso o cualquier otro tipo de momento traumático, (de esos que te dejan cicatrices reales en el cerebro, que ese el significado de trauma, herida) que quiere olvidar. No son yo. Nadie es yo. Yo he decidido no olvidar. He decidido vivir con ello todos los días y aún así no dejar de sonreír ni de ser feliz. Porque es historia, es pasado y sólo por el hecho de que ya no esté viviendo algo así hace que merezca la pena sonreír. Pero poco a poco tiene que ir saliendo de mi cabeza así que lo iré contando. 

Lo que si quiero dejar claro es que sólo son historias, más tristes o más alegres, sólo son historias. No están aquí para provocar odio ni pena. Sólo están aquí porque necesitan salir y a veces no soy capaz de hacerlas salir de otra manera.

 Recuerdo al principio que era un tema tabú. No quería hablar de ello con nadie. La gente más cercana sabía que era lo que había pasado pero no los detalles. Y había mucha gente a mi alrededor que no tenía ni idea de lo que había pasado. Amigos que no entendían porque yo contestaba que no a la pregunta de si era feliz, que no sabían porque me ponía a llorar de repente en medio de un bar. Entonces Vero me cogió, me dió un abrazo y me dijo que no pasaba nada. Que no era nada malo, ni había nada de lo que avergonzarse y que tenía que entender la frustración de los chicos al no entender que era lo que estaba pasando y que me pasaría con más gente. Que esos dos años para bien o para mal marcarían mi carácter de ahí en adelante y que habría muchas cosas que la gente no sería capaz de entender si no sabían por lo que había pasado.

Así que pondré esas historias, y siento mucho si a alguien en algún momento le parecen frívolas. Cuando decidí que no pasaba nada porque la gente supiera mi historia, decidí que prefería que pensaran que era frívola antes que dar pena. No quiero dar pena a nadie. Yo decidí que esas historias pasaran. Y lo decidí hasta que le puse fin. El por qué es otro tema. No creo que pueda hacer que nadie entienda el por qué así que no voy a intentar explicarlo, porque sé que yo misma no hubiera entendido antes de pasar por esto a nadie que quisiera explicarme su por qué.

Así que sólo dejemos que fluyan...

martes, 20 de agosto de 2013

Los salvamos o a los leones?

Hay días malos... (aunque es cierto que a veces no sé de dónde he sacado la fuerza para no volverme loca). Días en los que piensas y piensas y le das vueltas... aunque no creo que pensar en ello sea malo. Todo lo contrario, tengo un tatuaje en la piel precisamente para eso, para no olvidar lo que pasó nunca, ni un sólo día... así que pensar no está mal supongo. 

El caso es que anoche no podía dormir por diferentes asuntos y mi cabeza me llevó a pensar si los culpo o no... Toda esa gente, que durante 9 meses estuvo en nuestras vidas cada día, que sabían o intuían lo que estaba pasando, que le conocían de sobra y que aún así no hicieron nada. Que me veían perder peso, que vieron como cambiaba mi forma de vestir, que sabían que él tenía o había tenido ese problema... y no hicieron nada.


Vale, en este punto, tampoco quiero dejarlos por super malvados porque yo sé cúal es mi parte de culpa en todo esto, y también sé que no estoy diciendo que hubieran tenido que hacer nada heroico... no es de eso de lo que hablo. No me gusta la gente que intenta solucionarte la vida como si no tuviera suficiente con la suya. Estoy hablando de acercarse a mí, de interesarse, de preguntarme si todo iba bien, si necesitaba algo... que me hicieran saber que aunque por mi parte lo había perdido casi todo, que aunque fueran sus amigos y pertenecieran a su círculo y no al mío, que eran lo suficientemente personas como para estar ahí si yo necesitaba algo.


De todas formas por alguna razón no les culpo a todos por igual. Sus padres (bueno su madre, que su padre vive un poco en Babia) están condenados. A los leones. No hay salvación para ellos, lo siento. Comprarme un montón de ropa porque ves que siempre uso la misma y en pleno agosto en Madrid voy con vaqueros, no es recompensa suficiente para cubrir lo que sabes que tu hijo está haciendo cada día. Claro que ella vió aquello como una manera de agradecerme que le quitara el muerto de encima. El resto de su familia no sabía nada... ni de las anteriores ni de mí (o eso creo).


En cuanto a los amigos, también hay diferentes escalones. Sé que Javi lo sabía, porque el día que la policía estuvo en casa él no aguantó mas y le contó todo. Como nos habíamos conocido y lo que su mente estaba haciendo con él. Lo único que Javi fue capaz de decirle fue que tenía que terminar con la relación porque no íbamos a llegar a ningún sitio. Así que creo que él sabía de las anteriores y por eso no le impresionó tanto enterarse de como era él en su relación. Pero Javi vivía en otra ciudad, lejos, no era un contacto de todos los días y cuando venía a Madrid, supongo que era más fácil mirar para otro lado... mucho más que preguntarme si estaba bien.


¿Qué pasa con el resto? Con esos amigos que estaban ahí todos los días. ¿Lo sabían? ¿Eran conscientes de la clase de persona que idealizaban? Creo que la respuesta a que algo estaba pasando era bastante obvia. Mi cambio físico y de actitud estaba a la vista de todo el mundo, pero supongo que a veces, cuando sólo tienes meras sospechas de que algo tan grave está pasando, no quieres entrometerte, no vaya a ser que acuses de algo tan grave sin ser verdad... Además sé que él acabó contándoselo cuando mi familia se enteró e intervino. Les contó lo que había estado pasando y la clase de persona que era, aunque no sé si fue porque no contó todo, o porque él tenía el don de hacer que todo el mundo creyera que tiene razón, nunca fueron duros con su amigo. Pero sé que algo contó porque a partir de aquel día, cuando intentamos que todo volviera a la normalidad y no dejamos que nadie interfiriera en algo que nos creíamos lo suficientemente fuertes para arreglar nosotros solos, a partir de aquel día alguien se preocupó. Alguien vigiló los tonos, las maneras de decir las cosas, los gestos e incluso intervino cuando creyó que debía hacerlo. 


Y lo siento pero no puedo tirarlo a los leones porque no conozco su historia entera... sé que un día se puso en medio, y me ayudó a salir corriendo... y ese día empecé a plantearme muchas cosas. Ese día empecé a pensar que quizá la equivocada era yo y no el mundo, que había cosas que no iban a cambiar y daba igual cuan fuerte lo intentáramos y que era hora de empezar a ver y no sólo mirar. Ese día fue el principio del fin.