jueves, 29 de agosto de 2013

El chico con la cara de haber roto todos los platos

Siempre me han gustado las historias de amor rápido. Conocer a alguien y sentir que es la persona, y querer vivirlo todo rápido. Sólo me ha pasado una vez, lo de sentir que había conocido a la persona. Fue algo inesperado, una cita así de tontería, deprisa y corriendo y a la que me daba miedo hasta acudir porque él tenía cara de malo y ni siquiera nos conocíamos en persona. Era una historia condenada desde el principio por circunstancias externas pero en ese momento solo iba a cenar con un chico, nada más. Y no hubo nada más... bueno sí mucho más, darme cuenta que de malo y chulo sólo tenía la cara, como él decía "la cara de haber roto todos los platos". Fue una noche increíble. Cenamos y hablamos. Hablamos mucho y me dejó sana y salva en casa con dos besos en la mejilla y un sms cuando llegó a casa para decirme que se lo había pasado genial. Pero algo que podía haber sido perfecto y muy fácil, se convirtió en algo muy difícil, porque esa mierda que pasa en las telenovelas de los malos metiendo mierda, no pasa sólo en las telenovelas. Bueno malos metiendo mierda y yo comportándome como una zorra haciendo caso a quien lo único que quería era no dejar de picar de todos los sitios que pudiera. 

Pero aún así, antes de que todo explotara, llegó el momento en que supe que la había cagado. El momento en el que me di cuenta de que había conocido a la persona con quien quería estar, que se amoldaba a mí perfectamente y que no sabía si iba a poder arreglarlo.

Fue un puente de diciembre. Y todo empezó un sábado por la noche con unos mensajes en los que yo ya no sabía a quien creer y una segunda oportunidad con otra invitación a cenar. Otra cena perfecta porque allí estaba ese chico con cara de malo, con canciones de malísimo y siendo todo un chico perfecto. Esa vez no se quedó en una despedida en el portal. La noche siguió siendo perfecta y no acabó el domingo por la mañana... El domingo por la mañana se convirtió en el domingo por la tarde y antes de darnos cuenta, se convirtió en cancelar planes y pasar el domingo juntos... y el lunes y el martes. 3 días encerrados en mi casa, conociéndonos y maldiciendo tener que despedirnos el martes porque al día siguiente currábamos. 

Y recuerdo meterme en la ducha nada más irse y pensar que cómo iba a contárselo... Aquello era PERFECTO pero no podía no contárselo aún a riesgo de que se acabara... 

Y se acabó porque en las telenovelas si que se acaban arreglando los protas a pesar de toda la mierda de fuera pero aquí había sido yo la que había metido entre nosotros la mierda y daba igual que hubiera sido un error y que aquello no me definiera como persona, 3 días no fueron suficientes para que no significara todo.

Y fingí que no me importaba, que podía superarlo, que sólo habían sido 3 días. 

Y entonces llegó Jose, que mira tú por donde era uno de sus amigos. Y nos gustamos. Y a la semana de empezar juntos Jose le llamó y le dijo que estaba conmigo y que me elegía a mí, que no podía seguir siendo su amigo. Y aquel chico perfecto dijo algo así como"no te preocupes hermano que esa es una zorra que te va a joder la vida y cuando eso pase yo seguiré aquí" Y fíjate tú si me importaba lo que el "chico perfecto" pensara que soy completamente consciente de que si aquel primer mes que empecé con Jose, no lo dejé, a pesar de que ya había empezado a pegarme y a amenazarme de muerte y miles de burradas más... si no lo dejé fue sólo porque si lo hacía, entonces yo era la zorra que él había dicho que dejaría a Jose. 

Ya estaba perdida, mi cabeza ya estaba mal y después ya no tendría fuerzas, y después Jose, sería lo más parecido al chico perfecto cuando su cabeza se lo permitía. Porque yo estaba jodida de la cabeza, pero si aguanté casi dos años, fue porque cuando Jose estaba bien, era casi perfecto. Y empecé a conformarme con sentir la casi perfección un par de horas al día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario