jueves, 22 de agosto de 2013

Cuando lo perfecto empezó a dejar de compensar lo malo

Hoy le he dado las gracias a alguien. El otro día decidí salvarle de los leones y me di cuenta de que nunca le había dado las gracias por lo que hizo aquel día. Hemos hablado un rato y en un principio creía que no había motivo para dar las gracias, puesto que pensaba que lo que hizo es algo que hubiera hecho todo el mundo, no? El mismo se ha dado cuenta de que no. Ese día, en esa casa había dos personas más y nadie más que él hizo algo.

Todo empezó con una reunión de amigos, una reunión con SUS amigos. Supongo que para grabar algún programa de radio o algo así. Normalmente yo no me mezclaba mucho con sus amigos, porque Jose no entendía que estar con él significaba querer estar con él... Y en los ojos azules de su amigo el veía algo amenazante y sus inseguridades se apoderaban...

El caso es que después de grabar o de hacer lo que estuvieran haciendo se pusieron a hacer la cena y yo decidí poner la mesa. Cogí un paño y me puse a limpiar una mesa de comedor grande, una de las que para llegar al otro extremo del ancho te tienes que inclinar un poco si no quieres dar toda la vuelta. El otro de sus amigos estaba sentado detrás de mí y yo no me di cuenta de que al inclinarme, mi culo quedaba a su altura. Pero Jose lo veía todo. Siempre alerta, siempre pendiente. Y antes de que me diera cuenta estaba en la otra esquina de la habitación, contra una pared, intentando explicar que no estaba poniéndole el culo en la cara a nadie. Que SÓLO estaba limpiando una mesa. Necesitaba salir de allí... Ya había vivido una situación así muchas veces... Habíamos ido al psicólogo, estábamos intentando ponernos bien, había prometido no volver a hacerlo, y sin embargo no me escuchaba. No me dejaba salir, no cedía. Su mente se empeñaba en que lo que había visto era real y cualquier explicación carecía de sentido. "Hasta él se ha dado cuenta, se ha sentido tan intimidado que ha tenido que girar la cara" me gritaba. Tres personas con nosotros en aquella casa. Uno en la misma habitación, sentado en el ordenador y ni siquiera era capaz de decir "Jose no ha pasado nada".Y no fue porque los gritos no se oyeran, los otros dos estaban en la cocina y sí que lo oyeron. Y él vino... Le apartó contra la pared y le dijo que ya estaba bien, que me dejara irme que era lo que yo estaba pidiendo casi a gritos. Creo que Jose le dijo que no se metiera, pero eso no lo recuerdo porque yo ya estaba corriendo por el pasillo para abrir la puerta e irme. Me alcanzó en el portal. Estaba más tranquilo. Pero quería seguir hablando del tema. Así era la vida con él. Las cosas se hablan y se hablan hasta que entiendas que él tiene razón y pidas perdón por haberlo hecho. Pero mi mente estaba en otro sitio mientras él hablaba. Mi mente estaba recordando los golpes. Preguntándose si de verdad no iba a volver a aquello. Si seríamos lo suficientemente fuertes como para lograrlo. Si yo quería seguir intentándolo... Porque había hecho una promesa... Si volvía a tocarme se acababa. Y de repente me fallaron las fuerzas. De repente ya no me vi capaz de seguir luchando. De repente me vi dejándolo y empezando de nuevo... No lo hice, claro. Todavía vendrían más historias antes de empezar a ver con claridad todo. Pero fue la primera vez que pensé que podría vivir sin él... 

Que lo perfecto ya no estaba compensando lo malo. 

Así que sí, gracias ojitos azules. Claro que hiciste algo, hiciste mucho. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario