jueves, 29 de agosto de 2013

El precio a pagar por joder lo más perfecto que has tenido

Ayer le dediqué mi entrada del blog al chico con la cara de haber roto todos los platos... La persona que creo que estaba puesta en esta mundo para mí, pero que conocí en el peor momento de todos. En realidad si lo pienso, no creo que nos hubiéramos conocido de otra forma, aunque sí que yo podría haber decidido que las cosas fueran muy diferentes. Tenía que haber seguido mi instinto, tenía que haberme fiado de aquella primera cita, y no dejar que nadie me comiera la cabeza con mierdas sin sentido. En aquel momento todavía no había nada que no tuviera marcha atrás. Pero me fié de la persona equivocada. Y me creí las historias equivocadas.

Hoy sé que aquel mundo me venía muy grande. Mi mundo eran mis princesas, amigas de verdad que nunca me han vendido y que han demostrado estar ahí en las buenas y en las malas, y otra vez en las malas. Y a las que no les ha importado amenazarme con darme dos hostias sino espabilaba y dejaba de hacer cosas autodestructivas que hacían que no pudiera dejar de llorar y sin saber a donde me estaba llevando todo aquello. Aquel mundo no era como mi mundo... allí había mucha gente llamándose "hermano"que se venderían por un gramo o una mamada. Y en un mundo tan grande, donde todo el mundo tenía para opinar de todo el mundo, me perdí. Y quise ser adulta y jugar a su juego. Y jugar a su "tengo 25 años y no he vivido una puta mierda" y pensar que no estaba haciendo nada malo. Que podía follar con quien quisiera sin que significara nada aunque después no pudiera parar de llorar sin saber qué estaba haciendo con mi vida. Y es que no. Lo de follar con gilipollas nunca ha sido lo mío. 

Pero entonces llegó el puente de diciembre y algo dentro de mí me decía que me había equivocado y que había escuchado a quien no debía. Y tuve mi segunda oportunidad... 

Si hubiera sabido que aquello iba a ser tan perfecto, ¿lo habría vivido igual? ¿hubiera aceptado aquella segunda cita a pesar de que ya se habían cometido todos los errores? Pues sí, porque cuando el martes él se fue, algo dentro de mi me decía que a lo mejor podía hacer que me entendiera, que entendiera que aquello había sido el error más grande de mi vida y que había tenido la suerte que de aquel error gigante saliera algo bueno.

El resto es historia negra, pero ¿queréis saber lo más gracioso? Cuando yo conocí a Jose, a él ya le habían hablado de mí (bastante mal claro) pero aún así él dijo que no quería juzgar a alguien por las opiniones de los demás y quedamos. Y yo decidí que si íbamos a ser amigos debía saber toda la verdad por mí y aquel primer día que quedamos me pase las 3 primeras horas contándole TODA la historia; desde el principio, desde septiembre hasta diciembre, hasta marzo que fue cuando nos conocimos. Y ¿sabéis cual fue la respuesta de Jose? Que yo no había hecho nada malo, salvo negar y mentir sobre aquella noche de diversión. Me dijo que ellos habían jugado conmigo, que el chico perfecto, su amigo, no era perfecto y que se habían divertido de lo lindo conmigo. Y yo le creí porque a esas alturas no podía hacer nada más que creer... ya había perdido mucho y Jose no estaba metido en aquel mundo, no de aquella manera así que pensé que era mi tabla de salvación. Es curioso como a pesar de decirme que yo no había tenido culpa de nada, de decirme que yo no había hecho nada malo, aquella historia sería el motivo para la mayoría de los golpes, de los insultos, de las amenazas, de las quemaduras, de los cuchillos o de subirse a una puta barandilla desde mi onceavo piso sólo para verme sufrir, llorar y pedir que bajara.

Pero ¿sabéis porque me dijo que yo no había hecho nada malo? ¿Qué yo era mejor que todos ellos? Porque yo era su excusa para alejarse de aquel mundo, de lo poco que estaba unido a él. Porque yo era su excusa para odiar toda esa mierda. Pero odiarlo significaba dejar que lo envenenara por dentro y si ellos ya no existían en su vida, si había conseguido librarse, ¿con quien iba a pagar su mala hostia, su ira?

Hubo momentos en los que pensé que toda la culpa era mía. Que Jose tenía todo ese odio y toda esa mierda en la cabeza por mi culpa y que por eso me lo hacía pagar. Pero él decidió estar conmigo, él decidió escogerme a mi sabiendo toda la historia. Ademas yo no fui su primera vez. Hubo muchas otras antes que yo. Había estado en el psicólogo intentando curarse. Y por muy mal que yo me portara, por muy zorra que fuera, ni la más puta merece vivir lo que yo viví. Porque nadie es Dios para castigar a nadie. Él no tenía derecho a "hacerme pagar por mis pecados". Pero ahora tengo el castigo marcado a fuego en la memoria. Y un tatuaje para no olvidar ni uno solo de los golpes. Y que alguien se atreva a  volver a levantarme la mano, que esta vez una noche en el calabozo me parecerá poco castigo.

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