miércoles, 4 de septiembre de 2013

Cuando el subconsciente te falla

Ayer hablé sobre una de las máximas de Jose. Tenía muchas, no os vayáis a creer, una persona con la cabeza tan hecha polvo, tiene muchas leyes propias para intentar mantener las cosas bajo control... su idea de relación perfecta.

El caso es que una de estas máxima era que si él era mi vida, antes de conocerle yo no tenía vida así que no tenía permitido hablar, pensar o recordar ninguno de los momentos que pertenecieran a mi "no vida". 

Here´s the problem, mi memoria. Tengo una buena memoria, demasiado buena en realidad y un subconsciente lleno de recuerdos y momentos pasados. Pero el miedo te enseña muchas cosas... o quizá es el dolor, que luego se convierte en miedo, pero el caso es que el miedo y el de dolor son muy buenos profesores. Y al final acabas aprendiendo a controlar hasta el puñetero subconsciente, ese que espera a que te relajes y estés en un buen momento, uno en el cual hasta te permites sonreír, para joderte y hacerte decir algo pasado. Pero hasta a ese acabas controlando.

Creo que soy capaz de decir cual fue la última vez en que por mi parte (porque mi vida no sólo la había vivido yo y encontrarnos con gente de mi vida como mi hermana o mis padres, era un suplicio porque alguien siempre sacaba algún tema del pasado) cometí el error de mencionar algo que a Jose le recordara que yo había tenido una vida antes que él.

Era verano y habíamos decidido pasar nuestras vacaciones en el Valle de Irati. Montaña por supuesto, nada de playa, ni piscinas ni ningún sitio en el que yo tenga que ponerme un bikini. Nos apetecía hacer rutas de senderismo por bosques con algún río que los atravesara. Nos quedamos en un precioso hotel rural que estaba justo al lado del bosque y de las rutas y un día caluroso, las hicimos.

Andamos mucho, era un camino medio abierto medio cerrado, por lo que había tramos con bastante sol sobre nosotros. Pero por mucho que subimos y bajamos, no encontramos ningún río así que decidimos volver; bueno en realidad fue Jose el que dijo "Hemos bajado mucho y hace demasiado calor, vamos a volver", a lo que yo contesté un único, "sí que hace mucha calor, sí"...

Yo iba delante de él, y de repente me pegó un patada y me caí. Me levanté temblando y pregunté qué pasaba, qué había pasado. Volvió a empujarme y a insultarme porque encima no sabía que es lo que había hecho, así que me lo dijo mientras iba empujandome y pegándome mientras subíamos.

Había dicho "mucha calor". "No lo entiendes?, eres una zorra que se fue a Sevilla a vivir por amor y debe ser que le querías y que no le has olvidado si todavía dices "mucha calor"porque el calor es masculino pero tú sigues hablando como si vivieras en Sevilla" y un ciento más de perlitas como esa. A estas alturas sabes que tienes que mentir, inventarte lo que sea pero tranquilizarle y pedir perdón. Hacer que se calme y que vea que gana, da igual lo que tengas que hacer, lo que te mande, tu comportamiento tiene que ser como el de una niña pequeña perdida, asustada y que haría cualquier cosa porque deje de empujarte, de darte patadas y se calme. Recordarle que a quien amas es a él, que tu ex es tu ex porque tú le dejaste... inventa, lo que haga falta.

Y a estas alturas sabía como acabaría, con sexo. Casi siempre acababa con sexo. Y el recuerdo que tengo del sexo que hubo ese día es sentirme muy sucia. Porque todavía me amenazaba mientras yo hacía que se corriera en medio de una puta senda del bosque. Era el precio que tenía que pagar para que se le pasara el cabreo de ese día "¿me quieres?, pues haz que me corra, necesito descargar".

Y al final acabas llorando sentada en una piedra en medio del camino; él ya está bien, ya te quiere de nuevo y como eres su bebé, su niña, tiene que consolarte y pedirte perdón. Pero ¿por qué lloraba yo? Pues lloraba por todo, era una especie de coctelera de emociones, con felicidad y alegría porque volvía a ser el chico casi perfecto, por el miedo que había pasado que todavía estaba presente, por el asco de sentirme usada... 

Después de ese día, por mi parte no hubo una sola alusión a nada que pudiera recordarle que había tenido una vida antes que él. Es más mi vecina de abajo a la que él tanto odiaba porque se metía en la relación y se quejaba mucho del ruido de su música, fue mi suegra durante cinco años, y él nunca lo llegó a saber... Eso hubiera sido mi perdición y lo sabía, así que cuando nos cruzábamos con mi excuñado, que siempre me saludaba, y Jose me lanzaba sus habituales perlitas sobre si me ponía cachonda el vecino, tenía que conseguir salir de aquellas situaciones sin decir "es mi excuñado y le conozco desde que nació, así que ni de coña".

Otro trabajo era conseguir que la poca gente de mi pasado con la que compartíamos momentos, no hablaran. Eso era imposible. Por suerte sólo hubo dos situaciones. Mi hermana y mi cuñada un fin de semana para comer (creo que mi hermana vio a Jose dos veces en toda su vida) y mis padres un fin de semana que vinieron a Madrid. La situación con mi hermana no fue del todo mal pues sólo recordamos momentos infantiles que aunque jodían a Jose, no le recordaban exnovios ni nada parecido, y el único momento crítico en el que mi hermana hizo referencia a mi primer novio, lo hizo por su nombre de pila y refiriéndole como colega de ella. Me sentía hasta feliz de haber salido aireada de aquella situación aunque no volvería a repetirse. Mi familia tendría que estar lo más alejada de Jose posible.

Pero si mis padres vienen a Madrid a pasar unos días, no puedo decirles que no quiero que se queden en SU casa, así que no hubo manera de evitar ese encuentro. Era la segunda vez que mi padre veía a Jose, (y la última) pero teniendo en cuenta que la primera vez fue el fin de semana que se había muerto mi abuelo, mi padre no había dedicado mucho tiempo a conocerle. Y entonces se produce una de las típicas situaciones en las que mi padre se pone a hablar de los orgulloso que está de su hija... blablabla... que si la carrera, que si Sevilla, que si el trabajo de ahora... Un padre orgulloso de su hija que está haciendo que el tío que tiene enfrente empiece a dar vueltas a su cabeza a toda la información una y otra vez hasta que no puede más y me dice que tiene que bajar al garaje que si le acompaño. Ahora viene más de lo mismo de siempre... insultos, descargar puñetazos contra todo... en un de los empujones caí de espaldas contra el suelo y se acojonó lo suficiente como para parar pero le duró bien poco así que empezó con el dolor psicológico, diciéndome que se iba a casa de su ex a follársela, que no le esperara para dormir y yo persiguiéndole por la calle intentando que diera la vuelta y me perdonara (¿perdonarme por que?). Me dió una tregua y volvió a casa, nos metimos en la cama y a solucionar los problemas descargando. Pero de repente todo se volvió a torcer... No es sencillo follar con una persona que no tiene mucha autoestima, y que encima tiene una cabeza a la que no se le escapa detalle y que es capaz de meter imágenes mías follando con otros mientras lo hacemos. Con la consiguiente cortada de rollo, además de mucha ira y cabreo, porque en esos momentos no diferenciaba mucho la realidad de una simple imagen en su cabeza o de un sueño.

Y aquí viene la peor parte, la pregunta. De repente le surge una duda, una duda de tipo sexual y pregunta. Y entonces estás perdida... Mi mente se queda en blanco y no sabe que responder, y entonces recibes la primera hostia en las piernas desnudas. Suplicas que deje el tema, pero su respuesta es otra hostia en las piernas. "Contesta a la pregunta, es una pregunta sencilla y si vuelves a intentar taparte las piernas con el edredón te daré más fuerte" Sigues suplicando, le dices que no quiere saber la respuesta, pero a estas alturas ya sabe la respuesta, es obvio, sólo quiere oírtelo decir. Pero no puedes, si confiesas estás más que perdida y en ese punto, después de subir un poco el tono y del sonido de las hostias sobre las piernas desnudas, lo único que te preocupa es que tu padre, que está durmiendo dos habitaciones más para allá, no se despierte. Te dices a ti misma que no llores, que no hagas ruido, intenta calmarle y que no siga dándote porque las hostias están haciendo ruido ¿y si tu padre lo escucha? Pero ¿qué pasará si dices que si? Si contestas a la pregunta y se descontrola, ¿entonces que? Pues cuando ya no puedes más aguantar el dolor y las lágrimas, entonces ya te da igual que se monte la tercera guerra mundial en tu casa, dices que sí y esperas la hostia final. 

Y, ¿qué es lo que obtienes?, pues un "¿ves bebé?, sólo quería que me dijeras la verdad" JA. Puede que a lo largo de los meses me hayas jodido tanto la cabeza que sigo aquí soportando todo esto porque sé (creo) que puedes cambiar y ser casi perfecto, pero ya he aprendido bastante como para saber que un "sí" de primeras sólo es la excusa para la primera hostia, y encima con rabia por haber sido tan descarada como para reconocerlo.

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