martes, 3 de septiembre de 2013

Empezando a conocer a Jose

Más o menos 3 semanas después de que empezáramos a salir, llegaron las vacaciones de semana santa. Yo libraba jueves y viernes pero me tocaba trabajar el sábado hasta mediodía y a Jose le habían contratado para pinchar en un par de fiestas en Zaragoza así que él se iría el viernes por la mañana en autobús y yo en coche el sábado al mediodía.

Pasamos el jueves santo juntos y decidimos dormir en casa de sus padres puesto que desde allí nos quedaba más cerca la estación de autobuses. A la mañana siguiente, el despertador sonó y yo me desperté inmediatamente. Jose estaba haciéndose el remolón y no le apetecía levantarse así que decidí encender la luz para ponernos en marcha y así no perder el autobús. 

De repente se transformó en un monstruo. Se puso a gritar y salió de la cama disparado dándole patadas y puñetazos a todo. No paraba de gritar, de ir pasillo arriba pasillo abajo. Yo me quedé inmóvil, en la cama sin saber que hacer y muerta de miedo. Media hora después estaba más calmado y nos preparamos para salir corriendo porque llegaba tarde, muy tarde. 

Le dejé en la estación pasados unos minutos de la hora de salida, me besó, me dijo que me quería y salió corriendo. Yo ese día había quedado con mi prima para aprovechar para ir al pueblo a ver a mi abuela. Todavía no me había apartado de mi familia a esas alturas aunque en los próximos 8 meses no nos veríamos más que un par de veces más.

Mientras estábamos en casa del novio de mi prima esperando a que se duchara para llevarle a trabajar e irnos las dos juntas al pueblo, Jose me llamó por teléfono. Estaba histérico, no paraba de insultarme y de gritarme. Le dije a mi prima que les esperaba en la calle y bajé para que no escuchara los gritos.

Jose había perdido el autobús y había tenido que comprar un billete nuevo, y encima al ir a comprar el billete había dejado la gorra en la ventanilla y la había perdido. Me llamaba para echarme la culpa de todo y para decirme cuanto le había costado mi estupidez de despertarle.

Tuve que decirle a mi prima que se fuera ella a llevar a su novio al trabajo y que luego volviera a por mí, pero media hora después cuando volvió yo seguía pegada al teléfono así que le dije que no iba al pueblo, que necesitaba ir a la estación de autobuses a buscar la gorra de Jose. Me había quedado sin batería en uno de los teléfonos en mitad de la conversación y Jose me llamó al otro. Seguía echando espuma por la boca, montado en el autobús y con todo el mundo mirándole. No sé que es lo que quería de mí. Porque me seguía gritando e insultando. Quería que le tranquilizase, que le calmase, pero yo estaba muy lejos de él y sólo podía pedir perdón y llorar. Y aquello aumentaba más su ira. Cuando le dije que nos veíamos al día siguiente y que intentara tranquilizarse, que iba a ir a buscar la gorra, me dijo que cuando me viera, me mataría. Entonces el pánico se apoderó de mí y colgué el teléfono. 

Sin dejar de llorar conduje hasta la estación para buscar la gorra, pensando que era la única solución para que dejara de estar enfadado. Acababa de decirme que me iba a matar. Mi novio. No encontré la gorra y volví a casa para cargar el móvil y pensar en qué iba a hacer. Entonces me volvió a llamar. El autobusero había parado solamente por el escándalo que estaba montando en el autobús y había dicho por el micrófono que mejor parar para ver si calmaban los ánimos. Ese fue su primer "click" y me llamó pidiendo perdón. Que era una tontería que hubiera perdido el autobús y que la gorra sólo era una gorra. Que sentía mucho todo lo que había dicho y que nos veíamos al día siguiente. Que me quería mucho.

Y al día siguiente yo llegué a Zaragoza y todo fueron besos y caricias y miradas de adulación y mil cosas más. Las cosas se volverían a torcer, no recuerdo bien el por qué en el viaje de vuelta y cuando llegamos a casa, tuvimos la primera discusión fuerte, con sillas volando y gritos. Entonces yo me tiré al suelo y me puse a llorar, con una crisis de ansiedad y terror flipante, y ese fue su "click", verme llorando derrotada en el suelo y al segundo todo eran "bebé, no, por favor, lo siento, mi bebé, perdóname, tienes que intentar pararme, si tu te desmoronas estamos perdidos".

Este fue el punto en el que me planteé dejar de soportar aquello, pero fue el punto en el que pensé que estaba sóla, que si dejaba a Jose tendría que llamar a mis amigas a las que llevaba ya casi un mes sin llamar y ver, y que estarían enfadadas y no querrían saber nada de mí, que no iba a poder contarles lo que pasaba con Jose. Y fue el punto en que recordé sus palabras, las del chico perfecto, y pensé que no, que si yo le dejaba, yo era la zorra que el decía. Así que pensé que si no pasaba de aquello que tampoco sería tan malo, tan sólo tendría que aprender a tratar a Jose e intentar no despertar su rabia. 

Todavía no sabía que lo que yo hiciera iba a dar igual y que poco a poco su "clicks" empezarían a llegar más tarde: con más gritos, con un empujón, con la primera hostia, con el primer mordisco, cuando era yo la que cogía el cigarro para quemarme cuando él amenazaba con hacérselo, o cuando era yo la que cogía el cuchillo para cortarme cuando el amenazaba con cortase.

Poco a poco aprendes a mentir y a intentar evitar las situaciones más fáciles, las diarias. Dejas de vestirte enseñando piel, dejas de intentar llamar la atención de la gente, de usar tacones, maquillaje, de mirar a la gente a la cara para evitar que nadie te devuelva la mirada, de ir con él a sitios con mucha gente... cosas fáciles. Si ves una peli en la que sale un chico guapo y te preguntan si te gusta, la respuesta debe ser no, siempre no, independientemente de que el diga que estás mintiendo, de que insista, la respuesta es siempre no, "no cariño, no me parece guapo, no me mola, solo me gustas tú" contesta lo que quieras pero contesta, no se te ocurra callarte... y poco a poco aprendes a salir de esas situaciones... alguna se escapa y no la controlas y se arma, pero después de la primera y de afirmar inocentemente que Keanu Reeves sale muy guapo en Speed y de recibir insultos y golpes por decirlo, aprendes. Y te convences de que si estás con alguien, y piensas simplemente que otro chico es guapo, entonces estás siendo infiel... Y ya no sé si era por los golpes, por lo hecha polvo que estaba mi cabeza, o qué cojones, pero todas y cada una de las leyes y pensamientos y teorías retrógradas de Jose acabaron por lavarme la cabeza y acabar pensando así.

Así que primero desaparecieron del tuenti y del facebook todas las fotos inapropiadas, después amigos masculinos que no deberían estar ahí puesto que no se pueden tener amigos chicos, y finalmente se acaban cerrando las cuentas del facebook y del tuenti... porque total abiertas sólo provocaban problemas cuando el se metía en mis mensajes privados y descubría cosas de antes de conocerle que le enervaban. Porque eso era una máxima indispensable de la relación: Si yo soy tu vida, antes de conocerme no tenías vida, por lo que no se te ocurra recordar ni uno sólo de esos días y mucho menos hablarme de ellos. Y esa máxima sería causante de más de un problema. Y más de dos.

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