viernes, 20 de septiembre de 2013

¿Qué es lo que cambió en 3 años?

Con 22 años y trabajando en el gimnasio, me pillé muchísimo por un cliente, un tío de 34 años que me tenía loca. Pero a pesar de que a él le interesaban más las chicas de mi edad que las de la suya, nunca tuvimos nada precisamente por su explicación de porque estaba más interesado en las chicas jóvenes. Él no quería nada serio, estaba divorciado y le apetecía vivir un poco, nada de relaciones serias ni de atarse, polvos de una noche y nada más. Y a mi me gustaba demasiado como para aceptar poder tener de él únicamente un polvo de una noche. Así que simplemente fuimos amigos, muy buenos amigos pero ya está. El caso es que mi "yo" de los 22, era una chica que prefería no tener a una persona, antes que tenerla de una manera que no era la que quería. No me bastaba tenerle si no iba a poder ser como yo deseaba.

Pero entonces a los 25, cuando conocí al chico perfecto y después de todo aquello que pasó y de que me dijera que no quería volver a verme, la historia fue un poquito diferente. 

Una tarde después de trabajar y después de insistirle mucho para que habláramos o me perdonara, le "amenacé" con presentarme en su casa para hablar. Creyó que iba de farol pero me presenté allí y nos pasamos una hora al teléfono cada uno a un lado de la puerta de su casa hasta que decidió abrirme y dejarme entrar... Discutimos, hablamos y poco a poco se fue abriendo alguna vía de entendimiento. 
Al final acabamos follando. Él fue claro, eso era lo máximo que me ofrecía. A pesar de que hubiera podido ser mucho, después de todo lo que había pasado nunca podría tener una relación seria conmigo. NUNCA. Así que si me interesaba, me ofrecía follar de vez en cuando, siempre bajo sus reglas y siendo él el que moviera las fichas. Y yo acepté y encima bien contenta. Supongo que con la esperanza que tiene cualquiera en este tipo de situaciones, sabiendo que ha habido algo fuerte, de ser capaz que poco a poco un polvo de vez en cuando se convierta en algo más. Aunque al final ni siquiera eso hubo porque salieron más cosas a la luz, y aquello acabó por enterrar cualquier esperanza.

La cosa es que en ese punto yo ya no estaba bien. Todavía faltarían 3 meses para conocer a Jose. Pero mi comportamiento y mi cabeza no estaban bien. Y estaba dispuesta a aguantar mierda sólo por si acaso me acaban queriendo. Y en 3 meses mi estado mental empeoró hasta el punto de que cuando Jose llegó, la chica de 22 no existía y se agarró a un clavo ardiendo.

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